Si a inicios de este año me hubieran preguntado por mis planes de viaje en moto para este año, jamás hubiera dicho que iba a recorrer el oeste americano sobre una Harley. No es que no se me hubiera pasado por la cabeza, pero era como uno de esos pendientes eternos. Algún día. Pero no durante esta Semana Santa. Y sin embargo, estoy escribiendo este post desde mi hotel en San Francisco a las cuatro de la madrugada, víctima del jet-lag.
Todo empezó con las ofertas de Iberia a mediados de enero. En casa comentamos que hacía tiempo que no realizábamos un viaje sin motos, así que miramos billetes y acabamos comprando uno para pasar la Semana Santa en San Francisco. A hacer el turista de a píe. Pero unos días más tarde empecé a comentar la posibilidad de recorrer una parte de la Ruta 66 en una Harley. Total, “puestos a alquilar un coche, mejor alquilamos una moto”. Cuando quisimos darnos cuenta, ya lo habíamos liado del todo: alquiler de 13 días de una Harley-Davidson Electra Glide. En fin, ya se sabe que la cabra tira al monte, y que las motos nos gustan más que un caramelo a un niño. Así que aquello de viaje sin motos quedó olvidado.
Mañana recogeré la Harley en la agencia de alquiler. Pero hace un par de años ya alquilamos una Harley Electra Glide en Murcia para recorrer durante un par de días la región. Y la verdad es que nos gustó mucho. De entrada, no las tenía todas conmigo respecto a si la disfrutaría o no. Y aunque es una moto muy pesada, la verdad es que se deja conducir muy bien. Te integras en el paisaje y lo disfrutas. A las dos veces que hube rascado las plataformas ya me di cuenta que me lo tenía que tomar con más tranquilidad. Dicho y hecho. Buena música para acompañar los compases de la Harley y fue un viaje de tres días a dúo muy agradable.
El viaje previsto para estos días empieza en San Francisco. De ahí iremos a ver un parque de Secuoyas, y después hacia Yosemite y Death Valley. El tramo del Valle de la Muerte es uno de los que más me apetece, aunque sé que nos tostaremos al sol. Pero el paisaje de desolación lunar y soledad creo que valdrá la pena. Después, cruzaremos el Desierto de Mohave hasta llegar a Las Vegas.
Las Vegas es uno de esos sitio que nunca me había hecho ilusión visitar, pero ya me he hecho a la idea y creo que llegar a esta ciudad de cartón piedra en moto puede ser algo curioso. De todos modos, solo será una etapa para llegar a Grand Canyon, otro de los puntos clave del viaje. Será el extremo este de nuestra ruta. De ahí bajaremos a buscar la mítica ruta 66.
Bueno, la ruta 66 o lo que quede de ella. Por lo que he estado leyendo, parece que de la ruta clásica solamente quedan tramos que hay que buscar entre las modernas autopistas. Pero da igual. El propio nombre tiene mucha fuerza y tengo ganas de recorrer esos tramos con esos moteles de carretera que hemos visto tantas veces en las películas. Bagdad Café, por ejemplo. Siempre al oeste. Hasta regresar a orillas del Océano Pacífico.
Todo el mundo presenta a Los Angeles como la gran desilusión. No obstante, me apetece perderme por ese universo de autopistas sin fin. Raro que es uno. Y claro, ya que estaremos allí pues haremos un poco de mitomanía buscando Sunset Boulevard, Beverly Hills y el letrero de Hollywood.
Finalmente, la costa en dirección norte (Santa Bárbara,...) para regresar a San Francisco, donde tendremos los dos últimos días para descansar en la ciudad. Y para escribiros las crónicas de viaje a los amigos de Moto22 (para que no vuelva a pasar como el viaje a Marruecos en el que dejé las crónicas incompletas hace un tiempo. Algún día…). Ah, y también aprovecharé para intentar conseguirme un Ipad, aunque no sé si será posible.
En definitiva, una Semana Santa un poco larga (dos semanas) para un viaje de esos que hay que hacer alguna vez. Por cierto, se admiten y agradecen todo tipo de sugerencias de quienes conozcáis la zona para incluirlas en el plan de viaje.
¡Nos vemos en la ruta!
www.dubbelju.com/
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