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4 dic 2011

UN VIRUS MOTERO

Un colega del otro lado del charco ha escrito en nuestro foro local un relato sobre un virus que lo atacó de pequeño ,no se trata de virus cualquiera ,este no tiene remedio ni cura ni tratamiento alguno ,solo hay que resignarse y padecerlo ,he aquí sus conmovedoras palabras .


Desde los nueve años mis sentidos se alteraban cuando veía pasar una moto, y cuando aprendí a manejar estas maravillas a los once ya no pude pensar en otra cosa: casi casi me olvidé de la vecinita de enfrente. Recién a los catorce la vecinita de enfrente logró convencerme para que la lleve, pero yo me daba cuenta que no era lo mismo. A los dieciocho pude comprarme una máquina potente, lista para viajar y hacer travesías fuera del asfalto.






Fue entonces cuando saqué de mi camino a la adorable vecinita aunque ella rogara para que siguiéramos juntos. No le hice caso, nunca me ofreció lo que yo quería: la libertad. Mis familiares y amigos decían que yo tenía un síndrome muy extraño: andaba siempre sucio, transpirado, cargado de bultos, con olores extraños, con tierra hasta en el interior del casco y en los guantes, y una permanente e imborrable sonrisa. Parecían preocupados, ¡pero si es lo más natural del mundo andar así por la vida, arriba de una moto! Después de dos trasplantes –uno de carburador para mi moto actual y otro de córnea para mí- creí que el motovirus había aflojado un poco, pero cuando recibí el alta empecé a buscar una moto que fuera apta para aventuras mayores.


Todo volvió a ser como antes, hasta diría que más intenso. ¡Ahora a los cincuenta y dos años los exámenes físicos están saliendo cada vez mejor! Eso agrava tremendamente mis ansias de reunirme con la pandilla y hacer juntos cientos de kilómetros para asistir a una comilona e intercambiar anécdotas más o menos exageradas... Retomé mis posiciones del Motosutra -el Kamasutra motoquero- recordando las mil posiciones para montar estirando las extremidades, la cadera y la espalda, moviendo las piernas, inclinándome o sacudiendo la cabeza enfrentando a los vientos.

Lamentablemente sufro ataques de pánico cuando llevo la moto a lavar, pienso que le puede entrar agua por el caño de escape por más que lo selle, deliro pensando que le podrían llegar a echar siliconas y lo más grave para mí es que sufro de una gran frustración porque no la puedo mimar en mi cuarto como ella se merece.




Confieso que hasta contagié a mis seres queridos, seguramente porque mi viejo hizo lo mismo conmigo y con mis hermanos, algunos hicieron terapia y aparentemente se sanaron, en su momento mi ex mujer se compró un scooter, dos de mis hijos salieron motociclistas y el gato dormitaba encima de la moto. El colmo es que ahora conozco muchas personas más que sufren de la misma pasión y gozo a más no poder cuando me encuentro y hablo con gente normal, discutiendo sobre aceites por ejemplo y qué presión de aire es mejor para el ripio o para el barro.





¡Qué alegría me da cruzar la cordillera de los Andes o el desierto de Atacama cuantas veces pueda, seguir extasiado el Dakar, famélico y deshidratado, como ya sucedió por segunda vez!





Disfruto un montón cuando voy a los motoencuentros para aprender más sobre la enfermedad, asimilar nuevos aportes y compartir los síntomas. Incluso sé que algunos se reúnen para manosear las motos propias y ajenas entre varios, algo asqueroso e incluso denigrante porque lo que se monta no se presta. Entro a distintos foros para compartir tanto gozo y aprender de tantos colegas, sus problemas con las señoras y novias, cómo solucionarlos cuando dicen "O la moto o vos" y qué hacer para comprarse dos o tres motos más sin echarnos de casa...





Estando en Chile convencí a una amiga que volviera a comprarse una para ella y me ocupé de probar varias para que eligiese una. A su madre la llevé a dar unas vueltas, y ahora el padre quiere volver a los viejos tiempos, comprarse una más grande que la mía e irse de viaje con la patrona. ¿Habrá sido inmoral mi forma de actuar?



Otro detalle inigualable es que mi saludo habitual hacia otros contaminados son por ejemplo "Buenas rutas", "Buenos vientos" y ya en camino levanto mi mano izquierda aunque vaya rápido para hacer una "V", orgulloso de las respuestas de mis pares. Por suerte hay muchos contaminados porque casi todos me contestan igual. ¡Nuestro país es un paraíso hay cientos de miles de motos circulando, significa que crece la lista de contaminados!.





¡Y ni hablar de los programas fabulosos que se transmiten a las tres de la mañana!



Finalmente cedí y admito que estoy enfermo por un motovirus crónico, acentuado por la edad, -lo mejor que me ha pasado después de mis hijos-, algo que también comparto con otros motociclistas porque aceptamos nuestra situación. Muchas veces sacamos el tema mientras vamos a comprar bujías o limpiamos los cascos antes de salir de viaje. Pero no tengo intenciones de asistir a una terapia, estoy feliz así: desde hace años me automedico saliendo a la ruta con la excusa de buscar un antídoto más allá del horizonte.

http://atce.mforos.com/613321/10360092-cuidado-vosotros-lo-podrian-padecer/

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